miércoles, 4 de mayo de 2011

Lágrimas negras

¿Es conveniente olvidar? A veces cuando me lo planteo y en mi cabeza ronda una respuesta afirmativa, sólo tengo que acudir al espejo y mirar mi reflejo, rememorando esta historia (que me contó mi abuelo) y negando entonces de pleno. Precisamente me dispongo a escribirla con el fin de quebrar el silencio y pintar la nada de la ignorancia, busco que las líneas que yacerán bajo estas sirvan para apoyar la voz (expresión), la escritura (crónica, reafirmación) y, siempre, la libertad (vida).

Caídos, locos por las revueltas; revolución expresaba su situación, pánico ante el futuro también, desconcierto general. Porque el mundo era una selva y no había quien se erigiera como león-jefe. Por la parte que me toca, imagino que mi antepasado sobreviviría a base de pillaje, imitando al resto de la sociedad que había caído en un estado de ilegalidad permitida muy pernicioso; puesto que nadie se atrevía por ejemplo a abrir negocios ya que era más fácil acudir a ellos para robarlos, ni a los propietarios protestar porque no había un garante de la justicia y sus palabras iban a caer en el olvido Así que cada uno sobrevivía como podía, si era necesario ni respetando al vecino.

Entre tanto tumulto y caos general fue apareciendo a lo largo del 2065 un joven impetuoso que alentaba a las masas, siendo agradable para estas oír lo que esperaban y devolviendo al chaval la gratitud con su apoyo. Rico era su apellido. Él para ganarse el favor del pueblo bromeaba con su paupérrima situación, la misma que sufrían los oyentes. De manera que poco a poco el chico empezó a hacerse famoso y ganar adeptos. Anunciaba una revuelta sin previo aviso y allí encontraba el apoyo, avisaba de que iba a hablar en la plaza mayor y allí tenía la multitud lista para ser arengada, sin más.

Hasta que un día afirmó entre sus devotos que se disponía a derrocar el estado, que el orden era desorden y Rico era capaz de mantener los pilares básicos en su lugar, siendo respetado y amado. El joven general aclaró fecha y hora, enterándose las mismas autoridades del ataque que sufrirían y no haciendo otra cosa que esperar tratando de aguantar lo mejor posible el golpe. De manera que Rico, la mañana del doce de octubre de 2067, emprendió su lucha contra el estado.

No le costó mucho derribarlo debido a la numerosa ayuda que tenía y a lo enfermo que se encontraba este, mendigando casi a que alguien fuera capaz de rescatarlo del temporal. Lo que no se esperarían sus dirigentes fue su asesinato, de un tiro en la cabeza y mirando a la pared. Rico se sentó en el sillón presidencial y de allí supo que no se movería en mucho tiempo.

Y así ocurrió ya que lo prometido (el orden, a través del miedo) fue cumplido y además aplicado con más dureza de la prevista. Guardia era el mejor oficio y más extendido en aquellos tiempos, bien pagado y con gran autoridad, gran parte de la población deseaba conseguir el puesto. Hombres y mujeres que se dedicaban a recorrer las calles en grupos de dos y rodeados de otras muchas parejas compañeras, a la izquierda, delante, detrás, derecha, protegiéndose ellos mismos de su protección. Guardando la autoridad de una manera abusiva, pero que se sustentaba en el terror al alboroto vivido los años anteriores. Rico se rodeó de gran personal sin escrúpulos y de fácil manejo que se contentaba con privilegios y reconocimiento de importancia; asimismo escogió entre varias mentes brillantes que no pusieran reparos en guardar fidelidad y lo asesoraran, obteniendo estas más fama y favores que los anteriores.

El pueblo mientras tanto se encontraba controlado, midiendo su respiración no fuera a molestar al brazo civil. Sin dudas el silencio reinó y el orden se respetó. Ya que cada muchacho joven tras finalizar los estudios generales, cuyo objetivo era educar en la creación de una conciencia nacional, obtenía el trabajo más apto para sus posibilidades, medidas en los test realizados en las instituciones de enseñanza. Todo era más serio y pomposo, se guardaba con importantes ceremonias las distancias, conociendo cada cual su posición y la manera de actuar con respecto a los de una clase superior e inferior. Se habían olvidado los derechos de toda clase, qué importaban cuando lo necesario, la ley, se ejecutaba sin pudor. Por supuesto las desigualdades fueron en aumento, acompañado este ascenso de manera proporcional a las concesiones dadas a las clases que se encontraban cercanas al poder.

La gente veía la injusticia, sin embargo callaba. El ojo lo descubre todo y no eran ignorantes respecto a la represión ejercida por el Estado hacia aquel que deseaba libertad, del que decidía saltarse las normas e ir a alguna zona prohibida o realizar acciones inofensivas como vestir de un color distinto al impuesto o silbar por las calles; nada que alentara el espíritu rebelde de las personas era permitido. Mientras, Rico llenaba sus arcas, daba discursos y en ellos soltaba cifras, sacadas casi al azar, para que su pueblo se sintiera orgulloso de la gestión que llevaba a cabo.

Entonces, no se sabe quién fue el primero, aparecieron las primeras lágrimas negras. Desdichados que se oponían al régimen y no podían expresarlo de una manera más directa. Aunque si un compañero le preguntaba: “¿Qué es eso?”. Él decía la realidad: “Me he pintado una lágrima negra en señal de protesta ante la privación de mi libertad. Es una lágrima porque lloro todos los días, en mi casa, en mi interior, ya que delante de ti no se me está permitido”. Las autoridades pronto las vieron y también querían conocer la verdad “Civil ¡alto! ¿qué es eso?” encontrándose con una mentira que buscaba la supervivencia de su emisor “Señor, lo desconozco. Creo, señor, que es un lunar porque aunque he intentado eliminarlo no desparece, señor”. Poco le importaba a las fuerzas civiles el juego de lo que al principio fue un par de locos, pero los años firmaron el descontento y aunque no se atrevían a declarar la rabia en voz clara, la señal de protesta, la lágrima, se extendió y dispersó. Por lo que hasta el rey Rico (habiendo obtenido el título gracias a un referéndum popular amañado), cuando tres años pasaron de la lágrima primigenia se enteró de lo ocurrido, ordenó a los generales que si era necesario borraran ellos mismos esos signos. Mas la tinta había sido absorbida ya por las pieles y la lágrima negra se hizo permanente.

Las cosas empezaron a cambiar. Desorganizadamente, todas las mañanas un gran grupo de personas, que al comienzo se contaba por decenas para pasar de manera progresiva a millares, andaba por las calles de las ciudades sin rumbo alguno. Los pocos que no tenían empleo iban a tal manifestación, las mujeres y hombres que trabajaban en su hogar desatendieron sus labores y se acercaron a seguir la estela del camino, los trabajadores estatales, también, poco a poco, siguieron a sus mujeres, maridos o hijos que habían iniciado aquella ruta sin fin, que llegaba sólo por la noche con un impuesto toque de queda que los hacía regresar a sus falsos hogares. Excepto una vez en la que un ser anónimo siguió caminando, las autoridades lo detuvieron y castigaron físicamente. Este contó lo ocurrido a sus familiares que propagaron su historia. Así que tres noches más tarde no era un ser solo el que violaba la restricción, sino que familias enteras, como una sola, caminaban juntas. A la luna siguiente igual, y a la otra, y a la de más allá, hasta que Rico envió el grueso de su ejército para poner orden mediante violencia. Encontrando de esta manera la inmediata solución a sus problemas.

Mas el sol brilló tras la oscuridad y los malheridos que aún podían moverse siguieron andando, abandonando su actitud silenciosa y pasiva y empezando a gritar y patalear contra las fuerzas de seguridad que amenazaban con reprimirlos y cumplían con lo prometido, pero unos pocos no pueden con todos, por lo que pasado un tiempo también gran parte de la guardia se unió a la marcha. Y un día al que iba primero se le ocurrió abandonar la ciudad y viajar hasta el palacio del rey, puesto que tenía hambre y conocía la prosperidad que aquello respiraba. Así que sosegadamente escalaron las vallas y puertas, cayendo gran parte a causa de los disparos pero no muriendo todos porque eran incapaces de ser aniquilados. Finalmente una persona llamó a la puerta y pidió comida para él y para los millones de personas que se encontraban a su espalda. Entonces, cuando les comunicaron que no podían entregar viandas para tantos, esta entró y subió las escaleras que llevaban la habitación de Rico, que había perdido ya su título y volvía a ser un hombre como otro.

En vez de asesinarlo de espaldas aquel lo tiró por la ventana, cayendo sobre el pueblo, que se lo quitaba de encima y pasaba de uno a otro, muriendo de dolor y cansancio tras pasar por infinitas manos, una sola, la de aquella masa que se había sublevado, que había tomado consciencia de su dolor y había valientemente reaccionado.

Se instauró una pequeña democracia que decidió la vuelta a los campos para trabajar las tierras y así recuperar alimento. Con el paso de los años se organizó y la democracia fue total e íntegra para todas las personas de aquel país, que pasaron de su dictadura a la libre decisión de sus actos.

De manera que cuando mi mente se plantea la pregunta: ¿es conveniente olvidar? sólo he de acudir al espejo para ver reflejada la marca de la ciudad, esa lágrima negra que aún mancha nuestra tez como recordatorio de los que lucharon por nuestra libertad.

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Escrito por Fernando José Cabezón Arnaldos,
me reservo todos los derechos del escrito.

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