viernes, 31 de diciembre de 2010

Arcoíris

Soy el arcoíris.
Hijo del sol
y de la lluvia

Soy el esfuerzo,
la recompensa,
la esperanza.

Día gris que
proveyó rayos
de luz intensa.

No hay empresa
que se resista
a mi poder.

Consistente en
lucha, trabajo
y amor sincero.

Mediante estos
ando encontrando
felicidad.

PD: Feliz año nuevo.

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Escrito por Fernando José Cabezón Arnaldos,
me reservo todos los derechos del escrito.

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martes, 28 de diciembre de 2010

Recorrido sensorial

He andado cientos de valles,
pero ninguno como en el
que ahora se posa mi ser.

Extrañado, antes de bajar
mi vista siento por mis pies
desnudos: calor, fijación.

Húmedo. Estoy en tu lengua
¿Qué hago aquí?¿es un sueño?
¿o una mala pesadilla?

Mi mente de tanto idearte
aquí es donde me ha conducido.
Increíble, voy a pasearme.

Salto y llego a tus suaves labios,
curvos, son envoltura de
la entrada al placer de tu amor.

Vedado a mí como a tantos.
Los ignoro y abandono,
dejando atrás tu nariz

por no afearte. Tomo las
pestañas y contemplo tus
ojos ¡Qué bellos! puerta al alma.

Estás ofuscada y cansada
¿acaso sabes lo que quieres?
chica, pareces confundida.

Sin más me aferro a tu pelo
que como algunas noches has
trenzado... ¡Próxima estación!

Caigo sobre la agradable
onda que producen tus nalgas.
Vestida en vaquero, me voy.

Bajo a las piernas, quizás lo
menos brillante de tu cuerpo,
huyo no vayan a romperse.

De manera que a los gemelos
doy la vuelta y subo por
el pantalón a la cintura.

Dulce música tus caderas,
perdición para el más cuerdo,
seductoras. Mejor las dejo.

Ya que decidí llegar a
tu tronco, envuelto en camisa.
Permanezco en la garganta.

Pendiente escarpada que levo
cogiendo tus cabellos hasta
llegar de nuevo a tu boca.

Adorable, me encantaría
visitarla mediante mis
labios; pero ya estás lejos.

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Escrito por Fernando José Cabezón Arnaldos,
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viernes, 24 de diciembre de 2010

Mi regalo de navidad

La verdad y la mentira

Un día se encontraron la verdad y la mentira, el tiempo era esplendido. Ambas caminaban por unas bellas colinas verdes que dejaban ver cuando subías a su cima, a un lado, más y más bajos montes, al otro, el inmenso mar. El sol brillaba sobre sus seres, este se encontraba rodeado del reflejo liso del mar a su alrededor. Sin embargo la mentira estaba muy triste, de lo que la verdad se percató.

- ¿Qué te pasa? – preguntó la verdad interesada.

- ¿A mí? – a la mentira le sorprendió que se preocuparan con ella; rápidamente asumió una pose segura y fuerte – nada, de hecho hoy me encuentro especialmente bien ¿Y tú?

- Yo también, sólo me había parecido verte un tanto desanimada.

- Oh, no. Las cosas no podrían irme mejor. Cada día soy más popular y querida que el anterior, lo que hace que la consideración positiva hacia mí aumente.

- Ah, qué pena – suspiró la verdad.

- Sin embargo a ti no te va tan bien si no me equivoco; me he enterado de que tras utilizarte, las personas se sienten extrañas porque los que están con ellos los miran raros.

- Bueno, yo me encuentro tranquila. Quienes quieren ser partícipes de mí son siempre bienvenidos. Es cierto que de un tiempo a acá las cosas han estado cambiando, menos personas embellecen sus actos y palabras con mi presencia. Pero en realidad lo que ocurre es que una vez que, por casualidad o adrede, alguien viene a mi lado, luego no se va. Se siente cómoda, libre.

- ¡No! – mintió la mentira – las cosas no son así – y atrapada en su mentira, huyó sin más.

Al siguiente día la verdad se bañaba, jugaba con las olas, hablaba con la espuma y descubría en las entrañas del mar lugares antes desconocidos. A lo lejos, en la arena, la verdad vio que la mentira, a ratos se echaba sobre una toalla, a ratos se erguía y miraba la inmensidad que tenía en frente. El mar también se percató de la presencia de esta; como consecuencia su interior empezó a agitarse hasta embravecer y rugir.

- ¿Qué te pasa? – preguntó gritando la verdad.

- Es ella, no me gusta verla por aquí.

- ¿Por qué? - se extrañó.

- Cuando me toca me mancha. Además siempre está deseando entrar en mí, pero no flota, hundiéndose y teniendo que ir alguno de mis amigos a buscarla. Sin embargo ella sigue viniendo y mirando con deseo.

- ¡Ah! Pobrecita ¿no?

- A veces me compadezco, en otras ocasiones sólo quiero que desaparezca.

La verdad, apenada por lo que acababa de escuchar, ligera salió de aquel bello espacio y llegó hasta la toalla donde la mentira se encontraba recostada.

- Me tapas el sol.

- Ups, lo siento. Estoy mojada ¿tienes una toalla más?

- No – pero la verdad vio que la mentira apoyaba su cuello sobre otra.

- Jo ¿te apetece bañarte? el mar hoy está esplendido, radiante; verás, cada día que pasa lo encuentro más apetecible que el anterior ¿puede ser así? – la verdad se perdió en sus pensamientos.

- Quizás estaría bien – respondió la mentira.

- ¿Qué?

- Bañarnos.

- ¡Ah! De acuerdo, pero luego me prestas la otra toalla que tienes ahí.

- Vale - contestó con cierto grado de verosimilitud, aunque quizás sólo fuera un reflejo-

El mar no daba crédito; la mentira, acompañada de la verdad, andaba hacia su ser. Acto seguido ambas se introducían en él, sentía una extraña sensación de seguridad y desapego. Amaba a la verdad y detestaba a la mentira. Deseaba al mismo tiempo enviarles una ola para que se divirtieran y mandarles un maremoto para que se hundieran.

Los peces que rodeaban a la mentira trataban escapar o fallecían, los vegetales se marchitaban y la arena oscurecía. Mas todo el mar al sentir que a la mentira la acompañaba la verdad, se estremecía menos.

- ¿Qué tal? ¿No te dije que era maravilloso? – expresó la verdad.

Y de hecho, aun sintiendo las malas vibraciones que producía el mar; al ir junto a la verdad estaba siendo recibida mejor que nunca. Empezó hasta a esbozar una sonrisa, pero no como las que solía dibujar en su rostro, sino una producida por la bondad. Las compañeras continuaron sumergiéndose hasta que inevitablemente la mentira se hundió. Presurosa la verdad fue a auxiliarla y pensando que esto era lo mejor, la llevó fuera del amor, que como no podía ser de otra manera, no podía haber sido capaz de soportar el peso de la mentira.

Al fin en tierra firme y recuperada la mentira, corrió hasta su toalla para alejarse de la verdad. Se sentía peor que antes de haberse encontrado con su opuesto. La verdad arribó hasta su ser y la mentira sin mirarla le tendió la prometida toalla. Alegre la verdad al comprobar que su compañera cumplía con su palabra, se dispuso a tomarla. Entonces aquella, rabiosa, la llenó de arena.

- ¡Cógela si quieres! – la verdad sin saber qué contestar, se quedó simplemente observando a su amiga. Esta incómoda continuó reprochándole - ¿estás ahora contenta? Después de haberme humillado y por poco ahogado.

- Yo no quería que…

- ¡Calla mentirosa!

- Pero…

- ¿Qué?

- Quizás si mintieras menos podrías disfrutar del mar.

- ¿Acaso es este tan importante? No es más que una inmensidad ingrata, un club selecto al que sólo unos pocos pueden entrar.

- Te equivocas.

- Estúpida – espetó la mentira y tomando sus toallas se alejó.

La verdad se sentó sobre la arena y jugó con ella. Tomaba un puñado, lo apretaba y esta se le escapaba, mas unos granos se quedaban con ella. Esto le alegro y pensó durante un rato que sus acciones valían la pena. Sin embargo no podía olvidarse de la mentira, sola y triste, la mentira sabía que la utilizaban para luego deshacerse de ella, la olvidaban hasta que de nuevo acudían a ella. La mentira mil veces se hubiera deshecho de los mentirosos, mas sin ellos no podía existir.

La mentira se mentía diciéndose que en realidad era apreciada, pero hasta ella sabía que la querida era la verdad.

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¿Sabes?

Tú y yo pudimos ser más de lo que fuimos
y somos menos de lo que podría haber
sido. Nos deseábamos con la mirada,
vacuo nuestro cuerpo de impulso vencedor.

Somos:

Una promesa que se escapa en el aire.
Dulce suspiro yermo tras dejar los labios.
Dos extraños en un ambiente familiar.
Humo de una hoguera que no da calor.

Fuimos:

Chicos perdidos una noche como otra.
Hijos sin rumbo ignorantes de su fin.
Días heridos por un sol que no alumbra.
Manos capaces productoras de vacío.

Eres:

Un alma perdida en medio de la noche.

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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Caballero del sudor y el esfuerzo

Para los caballeros sin espada
que andan por el mundo.

Valiente señor me dirijo a usted
para darle la enhorabuena por
su incomparable fuerza, valedora
de muchos, mejores y dignos poemas.

Allá va con su lanza como emblema,
que puede ser lápiz o puños desnudos,
luchadores, recios y trabajadores,
cavan y moldean su propio destino.

No lleva casco debido a que éste
le asfixia y ciega, usted ha preferido
el aire libre con su realidad,
que, a veces, produce profunda pena.

Sin coraza y escudo más que el
de su intelecto, en ciertas ocasiones
incapaz frente a su burlona locura,
ignorancia, que responde con vacío.

Éste pleno de mentiras que rodean
su figura, que grita desde lo más
hondo de su ser, consciente de lo herido
y desgraciado que sin su amor se siente.

La salvación sólo la produjo ella,
mas ahora la chica se ha ido
¿qué será de usted? anda obnubilado,
paso errante, vida que se debilita.

Caballero del sudor y el esfuerzo,
caballero armado con la razón,
caballero que lleva el corazón en
la mano, éste propaga su amor.

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sábado, 11 de diciembre de 2010

Canto a la Sirena

Nuestras miradas se cruzan,
disfuto de tu llamada,
la esquivo, rodeo y salto
para eludir tu canto.

Sirena con la que quiero
hundirme en el mar; perderme,
no volverme a encontrar.
Ningún lugar como tú.

¡Amor condúceme a ti!
Ya que seré feliz si
siento tu calor junto a
mí ¿Jugamos a querernos?

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Creadores

Ya llegaron los mentirosos.
Sólo cuentan medias verdades,
realidades expresadas
con música, imagen o letra.

Vinieron y nos fastidiaron,
haciéndonos querer vivir
como ellos, para después
entender que no es posible.

Han llegado los mentirosos,
que contagiaron su alegría.
Están conmigo y pertenezco
a ellos. Soy una parte más.

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viernes, 10 de diciembre de 2010

Vaya...

Desfase capado,
vergüenza ha de daros.
Unos viejos carcas
que olvidaron a la felicidad.

Os reunís junto a
la mesa, bebéis
sosegadamente,
reis escondiendo vuestra rota sonrisa.

¿Qué fue de la vida
destapada? caja
de males y bienes
abierta. Pandora pura en esencia.

La esperanza se
me cae al veros.
Un día tendré
vuestra edad, mas huiré de esa mentira.

Juguetes carentes
de vida, que creen
compartir momentos
verdaderos ¡Ja! La muerte os acompaña.

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Escrito por Fernando José Cabezón Arnaldos,
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Caída

Segundos antes del declive
el poder desaparece y
sólo quedan almas desnudas
mirándose desamparadas.

No me entiendo ¿quién me habita?
No me reconozco ¿quién soy yo?
¿Quién ha usurpado mi trono?
¿Adónde he ido a parar?

La caída es imparable.
Dos se miran en el espejo,
el uno al otro, otro al uno.
Afirman: ya no somos nadie.

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¡Aléjate!

Tú, una coloso, gigante incontrolable,
inapresable. No sé si eres tú o
el amor. Desconozco si en realidad
eres tan grande. Pero no puedo contigo, soy incapaz.

Vas a ser el vórtice di mi huracán.
El abismo por el que caiga ¿sin querer?
El rayo que me parta una tarde de invierno
en la que el frío nos cazara y yo me recogiera en ti.

¡Aléjate! Déjame y no te acerques,
porque te juro que no sé lo que haré.
De primeras acariciar, tocar ¡sentirte!
Tenerte como si fueras mía, aunque seas inalcanzable.

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Escrito por Fernando José Cabezón Arnaldos,
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Gracias a Carlos por el término.

Tienes textura y más allá:
una fragancia especial,
banda sonora a cada paso,
una imagen espectacular.

Gigante pelo rubio, morena.
No sigas caminando hacia mí.
Empequeñezco cuando te veo
porque quizás no vuelvas aquí.

Como si los roles se inviertieran,
la enana es ahora coloso,
los medianos pierden estatura,
los grandes permanecen igual.

Miro arriba, percibo tu estatua;
la que recorro parte a parte.
Ojalá fuera rey para así
enamorarte ¿voy a por ti?

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Escrito por Fernando José Cabezón Arnaldos,
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