martes, 28 de diciembre de 2010

Recorrido sensorial

He andado cientos de valles,
pero ninguno como en el
que ahora se posa mi ser.

Extrañado, antes de bajar
mi vista siento por mis pies
desnudos: calor, fijación.

Húmedo. Estoy en tu lengua
¿Qué hago aquí?¿es un sueño?
¿o una mala pesadilla?

Mi mente de tanto idearte
aquí es donde me ha conducido.
Increíble, voy a pasearme.

Salto y llego a tus suaves labios,
curvos, son envoltura de
la entrada al placer de tu amor.

Vedado a mí como a tantos.
Los ignoro y abandono,
dejando atrás tu nariz

por no afearte. Tomo las
pestañas y contemplo tus
ojos ¡Qué bellos! puerta al alma.

Estás ofuscada y cansada
¿acaso sabes lo que quieres?
chica, pareces confundida.

Sin más me aferro a tu pelo
que como algunas noches has
trenzado... ¡Próxima estación!

Caigo sobre la agradable
onda que producen tus nalgas.
Vestida en vaquero, me voy.

Bajo a las piernas, quizás lo
menos brillante de tu cuerpo,
huyo no vayan a romperse.

De manera que a los gemelos
doy la vuelta y subo por
el pantalón a la cintura.

Dulce música tus caderas,
perdición para el más cuerdo,
seductoras. Mejor las dejo.

Ya que decidí llegar a
tu tronco, envuelto en camisa.
Permanezco en la garganta.

Pendiente escarpada que levo
cogiendo tus cabellos hasta
llegar de nuevo a tu boca.

Adorable, me encantaría
visitarla mediante mis
labios; pero ya estás lejos.

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Escrito por Fernando José Cabezón Arnaldos,
me reservo todos los derechos del escrito.

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